Muchos profesionales del desarrollo personal, al ofrecer sus servicios, sienten una profunda incomodidad. Les resulta complicado ponerle precio a su trabajo y les cuesta cobrar por sus sesiones.
Aunque hay muchas razones tras las que se intentan excusar, está claro que detrás de todas ellas se encuentran las creencias limitantes que se relacionan con el dinero. El problema de todo esto es que no cobrar lo que merecen sus sesiones conlleva pagar un precio muy alto.
Si eres terapeuta y te cuesta cobrar por tus sesiones, quédate conmigo. Vamos a descubrir todo lo que hay detrás de esto y qué puedes empezar a hacer para remediarlo.
3 razones por las que a los terapeutas les cuesta tanto vender
Hay miles (o millones, tal vez) de razones por las que los terapeutas se sienten incómodos al vender sus sesiones. Cada uno lleva consigo su propia historia y esto hace que las excusas para no ponerle el precio a su trabajo sean de todos los colores.
Sin embargo, durante todo este tiempo trabajando con terapeutas en su estrategia de marketing, he comprobado que hay 3 que tienen todos en común:
1. Deuda con el universo
Creo que muchas de las personas que trabajan en el desarrollo personal, al haber experimentado un cambio tan profundo en ellos mismos, se sienten «en deuda con el universo y con la obligación moral de compartirlo«. Con lo cual, a veces parece inmoral no ofrecerlo porque alguien no tiene dinero.
2. Síndrome del impostor
También sucede que hay un poco de síndrome del impostor: como uno nunca termina de solucionar sus propios patrones emocionales, gestionar sus conflictos de vida… surge un: «¿cómo voy a cobrar por enseñar algo que ni yo mismo tengo resuelto?» .
3. Cultura oscura del dinero
Vivimos en una cultura social (especialmente rodeando al entorno espiritual) en la que es protagonista la creencia de que el sistema económico es algo negativo. Se defiende el desapego material donde es mucho más positivo no tener dinero porque el dinero corrompe el alma.
Todas estas ideas complican mucho la posibilidad de darle un valor económico a nuestro trabajo sin sentirse culpable por formar parte «del oscuro sistema consumista materialista».
Esto en realidad no deja de ser una contradicción, pues le da más importancia al dinero de la que tiene.
Estas tres razones en conjunto generan un cacao mental y sentimientos de culpa que hacen que no sientas «merecer» o tener derecho a cobrar cierta cantidad por tus servicios.
Pero poco a poco, verás que el dinero es sólo energía de compromiso y que el que está interesado en implicarse paga y el que no, no. Da igual el dinero que tenga: si alguien valora tu trabajo, estará dispuesto a invertir en ti.
¿Cuál es el precio de no cobrar por tus sesiones de terapia?
La dificultad para cobrar por tus sesiones de terapia tiene un precio más allá del económico. Y te aseguro que pagarlo no es nada agradable.
Imaginate esta situacion: por tu sentimienti de no merecer y sindrome del impistor decides hacer unas sesiones para tu cliente a un precio mas bajo del que deberias.
El primer efecto es que si ni tú mismo valoras tu trabajo, la otra persona lo va a percibir. Entonces, no sentirá lo valiosas que son tus sesiones ya que le ha salido por “muy poco”. Y esto se converirá automáticamente en falta de compromiso: cancelaciones, falta de trabajo en casa, tomar poco en serio tus consejos…
En realidad, está sintiendo que su tiempo y él o ella son más valiosos que lo que pueden hacer contigo. Y tú terminarás frustrándote, ya que conseguirá menos resultados, convenciéndote de que no eres buen terapeuta.
Un segundo efecto que puede aparecer, es que esa persona que quiera trabajar contigo sí que sienta que tu trabajo vale más que lo que cobras. Eso hará que se sienta mal pidiéndote ayuda y enfoque la terapia en un proceso de “no querer molestar”, en la que todo le parece bien e incluso deje la terapia sin sentirse bien porque cree que está abusando.
Si esto ocurre, igualmente no hay avances ni resultados, por lo que tú tampoco verás el valor de tu trabajo.
Un efecto final que puede ocurrir, en tercer lugar, es que generes cierta sensación de rencor. Te quemas con tu trabajo y con el cliente: «trabajar para esto», «tener que aguantar a gente así», «me toma por tonto». En realidad, este enfado es contigo por no haber sabido marcar límites.
Por último, el sentir que no cobras suficiente y ver pocos resultados te convence de que eres «mal terapeuta» . Y esto al final acaba en desmotivación por tu trabajo y una baja autoestima.(y volvemos a reforzar sindrome del impostor y de que no mereces cobrar por tus servicios).
¿De verdad te gustaría pagar este precio por no cobrar por tus sesiones?
Utiliza una alternativa: no cobres (pero con inteligencia)
Sí, sí, como lees. Si todo lo que te estoy contando no te convence o crees que no estás preparado para ponerlo en práctica todavía, utiliza la alternativa de no cobrar.
Eso sí, hazlo bien:
1. Ofrecer gratis una sesión de valoración: esto en realidad NO ES una sesión gratis, si no de presentación donde conoces su caso y tú les presentas como trabajas. Cero consejos, solo escuchar y conocerse. Si lo que hicieras es una sesión normal gratuita… estarías haciendo lo mismo de siempre, infravalorar tu trabajo. Con la sesión de valoración eliminas la barrera de desconfianza en un cliente nuevo, y tu puedes ver si ese cliente es alguien a quien puedes ayudar. La relación se relaja y si las dos partes estáis dd acuerdo empezáis a trabajar.
2. Cliente de prueba. Si estás empezando y te aterra demasiado cobrar sin tener experiencia, márcate un numero de clientes «prueba» (3 o 5) y asegúrate de prometerte que después de eso cobras seguro.
Esos clientes pueden ser compañeros de formación o gente con los que hagas un intercambio de servicios que te daran feedback y valorarán tu trabajo (mejor que intetar hacerle coaching o terapia a tu madre, con la que estas demasiado implicada emocionalmente).
Pide siempre algo a cambio para que no haya sensacion de deuda: feedback para los testimonios en la web, servicios pactados o visibilidad online si, por ejemplo, le haces el servicio a alguien conocido en el mundo online.
Si optas por esta ultima alternativa, déjame darte un último consejo: no alargues esto más de lo debido. Las facturas no se pagan con 3 personas que quieren hacerte una web a cambio.
Con este artículo ya tienes la base para dejar de lado el miedo a ponerle precio a tus consultas y empezar a cobrar tus sesiones al precio que se merecen. Porque sí, tu trabajo lo vale. Y tú también. Empieza a creértelo. Siempre puedes ayudar al que vas dos pasos por detras tuya a ir con paso mas firme.
Si aún así sientes que necesitas una estrategia con la que dejar de sentírte incómodo vendiendo tus sesiones, no te vayas aún.
En mi escuela Inspira el Cambio encontrarás un curso diseñado específicamente para que todos los profesionales del desarrollo personal consigan crear su propio sistema de ventas con el que conseguir vender de una manera cómoda, adaptada a su estilo personal y a su proyecto. Sin agresividad: ofreciendo sus sesiones al precio que decidan de una manera totalmente natural.
¿Te imaginas poder sentirte bien porque estás ayudando a transformar la vida de otras personas mientras te aseguras de vender rentable tus sesiones?
Haz clic aquí para ver El arte Zen de la Venta y apuntarte a la lista de espera.
Espero que a partir de hoy puedas cobrar por tus sesiones de terapia de una manera más cómoda y sencilla.
¿Qué es lo que te impide a ti vender al precio que te gustaría? ¿Crees que hay otras creencias que pueden estar bloqueándote? Házmelo saber en los comentarios y así podremos ayudar a muchos otros terapeutas a tomar conciencia de ello.